"A partir de los cincuenta, échate a morir, que viene la nueva generación"
Ésta irónica frase tiene que ver con la situación de personas mayores de cincuenta años, que no somos jóvenes, pero tampoco estamos en edad de jubilarnos.
Da igual que sepamos trabajar, tengamos experiencia o que en cuestiones de experiencia y rendimiento laboral le demos dos vueltas de campana a la nueva generación.
Desde el gobierno progresista (ese que no iba a dejar a nadie atrás) se ha vendido la idea de que las madres jóvenes monoparentales con menores a cargo deben ser las primeras protegidas, de ahí, el gran desastre del reparto de oficio del Ingreso Mínimo Vital a diestro y siniestro, a causa de la pandemia. Después de esto, llega el desastre de una mala gestión y de una ley que no hay por dónde cogerla. Y éste desastre, ha concluido en agravar aún más, si cabe, la situación de las madres monomarentales.
Paralelamente a ello, estamos, las mayores de cincuenta, que no estamos en edad de jubilación, pero tampoco somos monomarentales porque nuestros hijos han crecido. Somos las que hemos tenido que arrimar el hombro en trabajos precarios, durante lo más duro de la pandemia, donde, ni tan siquiera hemos sido valoradas y en algunos casos, el trabajo, más que trabajo, parece una tomadura de pelo, para que las jóvenes monomarentales y sus menores estén protegidos y protegidas.
Nosotras, las mayores de cincuenta, que no estamos en edad de jubilación, hemos aprendido a sobrevivir, convirtiéndonos en personas de tierra, mar y aire. Nuestra generación monomarental, en muchos casos, no contaba, ni tan siquiera, con el pequeño apoyo económico de la manutención que los padres tendrían que pasar a sus hijos. Hemos sobrevivido como buenamente hemos podido y algunas, hemos tenido que regresar a la casa de nuestros padres por no poder hacer frente a la precaria situación económica que hemos sufrido y también, por miedo a perder la custodia de nuestros hijos, debido, precisamente a nuestra precaria situación.
Ahora, que nuestros hijos han crecido, algunos tienen trabajo y han logrado independizarse con sueldos mileuristas, el gobierno pretende meternos la idea de "solidaridad familiar" y que nuestros hijos nos mantengan. Pero, ¿Qué clase de bienestar es éste?
Somos la generación luchadora y ninguneada por el gobierno y por la nueva generación. Todo ello ¿se debe a que no hay para todas y tienen que quitarles, si cabe, más derechos a unas para dárselos a otras?
Y claro, como parche solidario para taparnos la boca y que tampoco pueden privarnos del derecho al trabajo, se han inventado convenios y listas de reserva con contratitos temporales que no sacan a nadie de la precariedad y que tampoco ayudan porque un contratito temporal hace que temporalmente superemos el límite de ingresos establecido por la Seguridad Social con sus consecuentes cobros indebidos aunque hayamos informado de todas las variaciones. Y aún así, hasta para contratitos temporales, tienen prioridad las madres monomarentales jóvenes con menores a cargo (a no ser que haya pandemia o catástrofe y tengamos que protegerlas, entonces, para ello, ya vamos de escudo las mayores de cincuenta).
Por todas éstas razones, he llegado a la conclusión de que, si eres mayor de cincuenta, monomarental, con hijos mileuristas emancipados, échate a morir, para dar paso a la nueva generación.
Hay verdades que no gustan y aunque no te gusten, no van a dejar de existir.
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